lunes, 6 de marzo de 2017

Frozen On Ice

Frozen fue la primera película que vio Norah. Y la vio muuuchas veces. Nosotros con ella, claro. Nos sabemos las canciones de memoria. La veíamos en inglés, por lo que en castellano nos suena raro. Además de ver la película, Norah tiene un libro contando la historia de Frozen, y otro que se llama Frozen Fever (sobre la fiesta de cumpleaños de Anna). Olaf de siempre ha sido uno de sus personajes favoritos. Tantos es así que tiene un Olaf de peluche desde hace más de dos años. Cuando se le regaló, era más grande que ella. Fue un regalo de Navidad de Papá Noël y en su momento le hizo muchísima ilusión, no se lo podía creer.
Por otro lado Norah tiene un vestido (prestado gentilmente por una compañera de David) de Anna, que se ha puesto un par de veces y con el que siempre le sale una sonrisilla entre tierna y traviesa. Además tiene diverso material de Frozen: una taza, un vaso, 2 platos, un bol, un pijama, un par de camisetas, una regla, una goma, un lápiz, un libro de colorear, una braga, calcetines, ropa interior, guantes, gorro... En fin, hasta ahora no me había dado cuenta de todo lo que tiene :p y seguro que me dejo algo...
Aun así, últimamente no hemos leído el libro ni hemos visto la película. En realidad, hace mucho que no quiere ver películas. Desde luego que no en el cine (dice que ya cuando sea mayor, que en el cine hay mucho ruido y no le gusta) ni en casa (no sale de algún capítulo de Peppa Pig, Patrulla canina y poco más). 
De todos modos, cuando vimos que venía Frozen On Ice, con una representación de la historia de la Reina de Hielo ¡sobre patines!, consideramos que sería un evento interesante al que acudir. En realidad, quizá la madre de Norah (ésa soy yo) fue la promotora principal de la idea (en un intento de rememorar mi historial de patinadora en mi infancia). Un compañero de David con su mujer y su hija de la edad de Norah también vendría con nosotros.
En los días previos al evento hemos hablado un poco de ello: que si Frozen On Ice esto, que si lo otro... Intenté convencerla para leer el libro un día o ver la película, pero nada... No le hacía mucha gracia. Sí pusimos una pegatina de una flor de nieve azul en el calendario de la cocina y estos últimos días ya contaba cuántos faltaban aún para el evento. Ella iría con su vestido y su amiga, con el de Elsa.
Y para allá que nos hemos ido esta mañana. Norah hoy decía que no era Norah, que era Anna :) Nos sentamos en nuestros sitios en espera del inicio del espectáculo. "Señoras y señores, niñas y niños!, quedan 3 minutos para empezar Frozen On Ice." Norah (perdón, Anna), estaba un poco seria. La aparición en escena de Micky, Minnie y Goofy la mantuvo impertérrita. Luego, fueron saliendo diversas princesas Disney (aaaarghhh. el rollo princesas me da algo - bastante de rabia...) patinando. 

Entonces... Frozen!, Arendelle! Con Elsa, Anna, Sven, Kristoff, Olaf, Hans, el Duque, los trolls... La verdad es que los patinadores patinaban muy bien, las canciones - a pesar de ser en español - eran las de siempre y las luces y la música ambientaban el espectáculo de forma magnífica. La inmensa mayoría de niñas iban vestidas de Elsa, aplaudían, cantaban y bailaban (los niños no iban disfrazados de nada, curiosamente...). Norah me agarraba una mano, con su estilo particular de rascarme un dedo o clavarme una uña. No me soltó la mano en todo el rato que duró la obra. Se lo pasaba bien, perto en general se mantenía seria en todo momento, con una gran concentración. Casi no aplaudía, desde luego que no bailaba, aunque sí se rió un poco en algún momento. Al preguntarle, sí afirmaba estar pasándoselo bien.
Llegó el final. No me pilló de sorpresa ver el rostro trastornado de mi hija, con cara de entre tristeza y enfado. No quería hablarme ni que le hablara. Había que irse y le pregunté si estaba enfadada. Decía que sí y que quería que hablara con ella. Pero como no nos podíamos quedar, David la cogió en brazos y nos fuimos. Al rato ya se le pasó el enfado/tristeza y nos fuimos por la calle tan contentos todos hablando de lo bien que había estado... Y así pasamos la tarde, comiendo y dando un paseo por el parque luego.

A la hora de recoger el coche, tuvimos que volver al sitio donde había sido el espectáculo. Norah decía "Mira, ahí es Frozen On Ice!, y ahora dónde están?". Y tan contenta. No fue hasta que no salimos con el coche del parking que empezó a poner de nuevo cara triste, a decir que "Yo quería estar todo el rato viendo Frozen On Ice" y a llorar con mucha congoja. Decía que estaba muy triste. Lloraba con grandes lagrimones resbalándole por las mejillas hasta la boca. Y le duró todo el camino a casa. En casa se tranquilizó un poco viendo los vídeos y cenó cansada pero contenta. 
Por la noche de nuevo se ha acordado y le ha vuelto a dar la tristeza de acordarse de lo que le ha gustado Frozen On Ice y que quería quedarse ahí viéndolo todo el rato...

Cada persona y cada niño es de una manera. Norah tiene una sensibilidad particular para algunas cosas (como cuando va por el parque observando las cosas y oliendo las flores). El cine no lo tolera no sólo porque haya ruido. Las pocas veces que hemos ido ha salido muy emocionada, llorando, trastornada... Hoy, veía el espectáculo con mucha intensidad, concentrada, seria... Y luego, más tarde, todas las emociones la han embargado. En fin... me ha resultado curioso, porque la inmensa mayoría de niños y niñas en el recinto aplaudían y estaban contentísimos aunque hubiera acabado. En realidad la entiendo bien. Yo misma cuando alguna vez he terminado un libro o una serie que me ha gustado mucho (como Battlestar Galactica o Fringe o Continuum) he sentido mucha pena (con los libros menos porque no me importa volver a leerlos y recrearme pero con las series es distinto). Quizá sea algo similar, no lo sé.

Le he hablado por la noche de Eurodisney. Un lugar al que no me apetecería nada ir. Pero no sé si acabaré(mos) claudicando en un futuro a medio o largo plazo. Porque ver la ilusión de Norah es verdad que es una gran alegría.