Esta mañana de nuevo nos lo hemos tomado con calma. Cuando ya parecía que sobre las 11 podríamos salir, Norah se enfadó y finalmente tardamos como otra hora más en salir. Más tarde comentó que había sentido rabia de causa no identificada, y que lo sentía. Supongo que por eso se llama "rabieta". Cogimos un autobús de dos pisos para ir "tan a gustito" como dice Norah hacia el Puente de Londres. Norah se echó una buena siesta de una hora mientras nosotros veíamos escenas de la vida londinense.
Cuando llegamos al puente, echamos algunas fotos de la Tower Bridge, que es muy famoso en las estampas londinenses. Después cogimos algo de mangiare de un Prêt a manger y fuimos dando un paseo por la orilla norte del Támesis. Llegamos a una plazoleta, del antiguo mercado de Billbridge, donde londinenses de verdad también andaban almorzando. Se ve que el almuerzo se lo toman de tupper porque cualquiera se gasta el dineral que cuestan los restaurantes. Norah ya decìa que tenía hambre así que nos comimos un montón de cosas "riquísimas" y algo más baratas que el día anterior.
Así pues ya eran las 15 h cuando conseguimos, tras soltar la pastaca, entrar en la
Torre de Londres, antiguo castillo, prisión, armería, lugar de ejecuciones... como para hacerse un Juego de Tronos. Al principio escuchábamos a un beefeater contarnos cosillas con gracia peromiba muy lento aquello así que nos fuimos a nuestra bola.
Como era esperable, la Bloody Tower a Norah le dio miedo. En la Cámara de las Torturas preferimos no intentar entrar. Lo que fue raro es que en las Joyas de la Corona también surgió ese pavor que le da a veces a Norah, y tuvimos que colarnos n poco por dentro para saltar la parte de susto (ruido, luces, oscuridad). Luego ya vimos las coronas, los cetros y demás, con diamantacos enormes como el Koh-i-Noor. 103 kilates. Casi nada.
A la salida Norah se tomó un helado y persiguió a unas palomas (lo ha tomado por afición en este viaje) mientras su papá se fue a ver otra Torre llena de escaleras por dentro. Y ya era la hora de salir. De ahí nos dirigimos
a un barco que nos llevó hasta el London Eye, esa noria gigante del milenio. Una hora de cola entre comprsr las entradas y subir. (Previamente vimos el Palacio de Westminster con su Big Ben o Torre de Isabel, con rabieta chunga incluida, para asombro de una gran multitud de turistas y ciclistas.)
La noria en sí está bien, pero es muy caro... 30 euros a lo normal, 42 con fast track, 33 si es por internet. Porque es de esas cosas que "hay que hacer" que si no...
Luego ya metro, comida para llevar y cena, baño ("porque me he retozado por el suelo del Big Ben y he chupado la moqueta" decìa Norah) y a la cama que mañana toca madrugón para ir a Windsor, Stonhenge!!!!! y Salisbury.