Hoy Norah ya se ha visto con la confianza suficiente como para atreverse a subir y bajar escaleras ella sola. No, no estamos locos. No la hemos dejado que lo haga sin nuestra supervisión y con ambas manos preparadas por si lo peor pasaba. Pero la verdad es que nada malo ha pasado y ella ha conseguido hacer lo que se ha propuesto: bajar unas escaleras agarrándose a su respectiva barandilla, y volver a subirlas... y bajarlas otra vez...
Las escaleras eran la de los soportales que hay en la misma manzana del Opencor. Al principio íbamos de la mano, pero después me da dicho que no se la cogiera más. Yo he insistido ya que normalmente era ella la que me pedía la mano cuando se disponía a bajar o subir una escalera. Pero en esta ocasión se ha armado de valor y ha rechazado mi mano repetidas veces ante mi paternal insistencia.
Se ha cogido con la mano derecha la barandilla... ha dudado y por un momento ha usado las dos manos, mientras su pie derecho tanteaba el borde del escalón. Después de bajarlo y apoyarlo de nuevo ha procedido a hacer lo mismo con el otro pie y a actualizar la posición de las manos... que se le habían quedado muy arriba. Y así ha hecho con los 5 ó 6 escalones que tenía la escalera en cuestión.
Al llegar abajo se le notaba en la cara que estaba contenta de haber conseguido su proeza... bajar una escalera de escalones grandes sin ayuda de Mamá o Papá. Así que no se lo ha pensado dos veces y ha querido probar en sentido contrario, quizás para comprobar si la sensación era la misma. Y sí debe haber sido así porque cuando ha llegado de nuevo arriba se ha puesto a correr por el soportal como una loca... como huyendo de Papá, disfrutando de la incipiente libertad... independencia... autonomía que subir y bajar escaleras sola te otorga........ Hasta que ha venido otra vez Papá, la ha cogido en volandas y le ha dicho: "Anda, vamos pa' casa que se hace de noche".